La mariposa revolotea
como si nada ambicionase
en este mundo
(Haiku de Issa)
Ambicionar un objetivo convertiría al vuelo en un gesto de desesperación o de deseo, un no estar en su sitio. Un gesto sin sentido en sí mismo, cuya finalidad escapa a su presente. No ambicionar nada concreto, orientarse al vuelo como algo que encuentra su fin en sí mismo, más allá del objeto u objetivo.
El vuelo de la mariposa es reino, es estar en su sitio, propio del ser. Es volar consagrándose a la plenitud y a la belleza del instante.
Creemos, en Occidente, que la conciencia debe desentrañar el misterio de la vida y la naturaleza, pero no sospechamos que ese quehacer sólo podrá realizarse cuando la conciencia asuma que ella misma es naturaleza, que ella misma es el misterio que busca desentrañar.
En el haiku la palabra ya no será algo que se dice sobre algo, sino aquello que se dice la naturaleza a sí misma a través del hombre.
El hombre no es otra cosa que la palabra que ha alcanzado el universo.
Esa impresión primigenia a la que llamamos asombro, tan nítidamente expresada en los haikus, muestra que lo que llamamos “lo sagrado” es sencillamente algo que sucede dentro de lo Real, acaso el momento mismo en el que lo Real se hace Palabra.
(Texto de Vicente Haya)
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