jueves, 2 de junio de 2011

LIBRO DE ORO DE SAINT GERMAIN (CAPITULO XII)


 


Cada ser humano es un poder y debe ser el Principio Gobernante de su vida y su mundo. Cada uno mantiene entre sus manos físicas el cetro del dominio y debe recordar que la in­vencible Presencia de Dios es en todo momento la actividad inteligente de su mundo y sus asuntos. Esto le mantiene la atención alejada de la apariencia exterior, que jamás contiene la Verdad, a menos que sea iluminada por la Presencia «YO SOY».

No importa cuál sea el problema a solucionar, no hay sino un solo Poder, una Presencia y una Inteligencia que pueda resolverlo. Ese es el reconocimiento de la Presencia de Dios, contra la cual no puede interferir ninguna activi­dad exterior.

El individuo que mantenga su atención firme en la Presencia «YO SOY en Dios y con Dios», se convierte en un Poder Invenci­ble que ninguna manifestación humana puede derrumbar.

(Al hacer conciencia de «Yo estoy aquí. Yo estoy allá», aparecen personas que nos ayudan cuando esto es necesario, ya que el «YO SOY» está dentro de aquellos amigos tam­bién).

Muchas veces requiere gran tenacidad aferrarse a la Presencia, cuando las apariencias parece estar dominando, pero la actividad diná­mica de la atención fija en la Presencia de Dios Interior, es como el rayo que penetra y disuelve la amenazadora tempestad. A medida que se adelanta, se siente uno más y más invencible ante la creación humana que ocasiona tantos disturbios.

«YO SOY la Presencia iluminadora, por la cual nada que yo necesite saber puede ser sustraído, ya que "YO SOY" la Sabiduría, "YO SOY" el Poder revelador que me trae todo ante mí para yo poder comprender y actuar de acuerdo».

Si en cualquier momento alguien hace por quitamos lo que nos pertenece, tenemos el derecho de ordenar a través de la Presencia «YO SOY» que todo el cuadro sea ajustado o que lo nuestro nos sea devuelto. En esto tenemos que te­ner mucho cuidado de que cuando pongamos la Ley Divina en Amor, y que la Justicia Divina comience a manifestarse, no nos llenemos de lástima e interrumpamos la acción de la Ley. 

Muchos estudiantes han creído que algo malo puede ser­les enviado por otro, pero yo les aseguro que no es así. La única forma es no dar paso a los pensamientos indeseables, dejando así entrar el odio, la crítica y la condenación. En­tonces, si se ha hecho esto, habrá generado aquella cosa en que él cree.
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Di a menudo en cada cosa que quieres que se haga: « YO SOY la Presencia». Esto abre el canal para que actúe el Po­der de Dios trayéndote lo justo.

Repite en muchas circunstancias que «No hay nada oculto que no me sea revelado». Esta afirmación es muy necesaria. Tampoco olvides que frente a lo que hagan los terceros, la salvaguardia es llenarlos de Amor Divino (Llama Violeta, Rosa, etc.).

Tú puedes decir por otro:
«Amada Presencia "YO SOY" en este individuo, invoco tu Poder consciente, tu Perfección, tu Sabiduría y tu Inteligen­cia directiva a que hagas que lodo se le ajuste y reciba la Paz y el Descanso que tanto necesita. YO SOY la presencia que manda y dirige que esto sea hecho ahora. Elévale su Conciencia a la Luz incandescente en la cual ella pueda ver y conocer el Reposo y la Belleza que son suyos por su propia Creación y Servicio».
Para ayudar a aquellos que han desencarnado: «YO SOY la Presencia que mantiene a esa persona en la esfera a que pertenece, enseñando e iluminando».

Para perfeccionar condiciones di: «YO SOY la Presen­cia ordenando y sanando esta situación».

En toda condición errónea lo primero es invocar la Ley del Perdón y la Llama Violeta transmutadora. La Ley del Perdón es la puerta abierta para llegar al Co razón de Dios. Es la nota tonal, el eje del Universo.

El Amor Puro nunca actúa más abajo del corazón. 

La Gran Ascendida Hueste de Luz está siempre con aquellos que desean actuar con justeza. Envíales tus pensamientos y recibirás su ayuda.

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