La unión que existe con nuestra alma gemela es imperceptible, es decir, nosotros podemos no tener conciencia de su presencia, puede estar muy cerca de nosotros y no la reconocemos físicamente, pero nuestra alma si lo hace y una de las formas en que se hace manifiesto es en sueños ¿Alguna vez has despertado maravillado y extasiado después de un hermoso sueño, durante el cual tuviste una conversación íntima, gratificante con "la persona de tus sueños"?.
Cuando se está adormecido se puede tener una proyección astral, que es tan real en la manera en que puedas entender que tu vida es "normal".
Durante una proyección astral tu cuerpo psicosomático se separa de tu cuerpo material, quedando unido a éste por lo que conocemos con el nombre de cordón de plata.
El cuerpo psicosomático es idéntico al cuerpo material o cuerpo físico, pero tiene niveles diferentes de conciencia y existencia. Esa separación entre el cuerpo psicosomático y el cuerpo físico ocurre antes de que empecemos a soñar. Una vez terminada la separación, se inicia la existencia de lo que llamamos "soñar".
En estos sueños, nosotros vivimos y sentimos de verdad, solo que en esferas diferentes. Es algo tan palpable, que al despertar, se tiene la impresión nítida de que el sueño fue real. Y fue tan real como lo es su existencia a nivel de conciencia física.
Si has soñado con "la persona de tus sueños" puedes estar seguro que ha sido un reencuentro con tu alma gemela.
Existen otros casos que el encuentro con "alguien" activa en nosotros actitudes que en otros casos no se manifiesta, alguna vez te has preguntado ¿Por que hice esto? Tal vez tu no reconozcas a tu alma gemela, pero tu alma si.
El reencuentro de almas gemelas no solamente se da en otros planos, también se da en nuestro mundo físico y material, en nuestra realidad. Estamos unidos a nuestra alma gemela desde el inicio de los tiempos, y en cada reencarnación evolucionamos juntas, y podemos encontrarnos continuamente, pero no siempre nos reconocemos, podemos convivir juntos y no percatarnos de nada, y a pesar de sentir atracción uno con el otro, la separación puede ser inevitable, esto es por una razón: Falta evolucionar y para ello necesitamos de otras relaciones. Vivir experiencias diferentes. Tal vez no se ha llegado al punto de evolución en donde este reencuentro sea beneficioso, o tal vez una de las dos parte ha evolucionado, pero la otra no.
Cuando una persona alcanza el estadio fina de evolución antes que su alma gemela al punto de abandonar el círculo de las reencarnaciones, su carga de amor será tan grande que decidirá dar la mayor prueba de amor que es posible dar, permanecerá voluntariamente en este mundo de sufrimiento y angustia a la espera de su alma gemela termine su evolución y de que ambas puedan ascender juntas.
El reencuentro y el reconocimiento de las almas gemelas se dará tarde o temprano. No hay manera de saber cuando ni donde, pero si estás en busca del amor verdadero, del amor eterno, puedes activar la energía del amor para atraer el reencuentro.
Meditación para sanar corazones rotos.
A veces nos vemos envueltos en relaciones kármicas, y la sensación de unión es tan poderosa que nos hace pensar que nos hemos encontrado con un alma afín o como popularmente se les llama ‘gemelas’. Nosotros los humanos tenemos siempre la tendencia de buscar estas almas afines, ya que cuando se produce ese encuentro las fuerzas de ambas almas se unen y se retroalimentan sin dejar de ser ellas mismas, y eso supone un paso más en el estado evolutivo espiritual. La tendencia natural del ser humano es hacia la evolución hacia estados superiores de vibración, en el que la luz y la energía biomagnética de los átomos y las células fluyen a un ritmo distinto, y eso se traduce, entre otras cosas, por un mayor estado de bienestar.
Sin embargo, el ego, con toda la carga de prejuicios y deseos que no son más que el resultado de una educación y una tradición de energía mal colocada heredadas en los planos físicos, energéticos y mentales, nos pesa demasiado, y nos impide la consecución de los estados superiores de vibración. El ego es una fuerza dirigente muy poderosa, que aunque sea siempre superada por nuestra voluntad de búsqueda de la integración con la Verdad (la auténtica esencia divina), es una fuerza cinética de miles de años y lleva mucho trabajo ir transmutándola poco a poco. Además, los planos no están separados sino que se interrelacionan, comunicándose entre si en armonía aunque pertenezcan a realidades distintas y aparentemente irreconciliables, lo cual confunde aún más a la mente, ya que es incapaz de aceptarlo sin asimilarlo antes a partir de sus propias creencias aprendidas. De este modo, puede suceder tambien que en el plano espiritual demos con un alma afín pero la conexión no se establezca en el plano físico por dificultades a la hora de manejar el ego. Los miedos, el deseo de tener deseos incumplidos, la creencia que se tiene que elegir entre el amor físico y el mundo espiritual, la dificultad para situarse en el mundo desde el auténtico yo y ocupar el lugar que nos corresponde o la carga de violencia de las emociones como la agresividad y la pasión que están sin canalizar correctamente, todos ellos son perfectamente capaces de estropear hasta el más maravilloso de los encuentros entre dos o más seres humanos, si se les da a ellos el poder.
Cómo se puede sanar ese dolor y volver a estar abiertos para funcionar como seres amantes? Reestableciendo el equilibrio entre el alma y el ego, y todos los demás planos que intervienen.
Existe una meditación para ayudar a conseguir eso. Y tambien para obtener una mayor perspectiva de la naturaleza intrínseca del amor en todas las cosas, personas y materia.
Primero de todo cierra los ojos y visualiza a tu ego enfrente de ti. Es el conjunto de todas tus experiencias, vividas en carne propia y vividas por tus padres, tu sistema familiar, tu país, la humanidad entera. Habla con él y dile que sabes lo que haces, que no necesitas ahora mismo de la ayuda de los prejuicios que él ha almacenado con la intención de ayudarte a sobrevivir. Pídele que te conceda el tiempo necesario para realizar la meditación sin juicios ni observaciones ‘racionales’. Pídele que por ese tiempo sólo observe, como un compañero silencioso junto a tu hombro. Respira tu petición muy profundamente, hasta que sientas que el ego se relaja y se pone a tu disposición, confiando en lo que tu dispongas.
Ahora, con los ojos aún cerrados, simplemente dedícate a ver lo que sientes. A sentirte. No seas como un cazador de mariposas: no ‘pinches’ las emociones con los alfileres del pensamiento racional para clasificarlas del modo que tú creas más conveniente para engañarte a ti mismo. Simplemente déjate sentir, sin juzgarte, contempla la emoción y deja que haga su trabajo y te cambie tu metabolismo. No intentes explicarte nada, justificarte nada. Las emociones son el vehículo hacia una mayor vibración, y no necesitan pasar a través del filtro de explicaciones racionales. Siente tu cuerpo, dónde duele, dónde se siente inquieto, y visualiza un rayo de sol entrando por tu coronilla como si fueras transparente y concentrando el calor y el bienestar en esa zona dañada de tu cuerpo. Respira muy hondamente mientras visualizas la luz blanca y sanadora penetrando en todo tu cuerpo y llenando todas tus células con amor y energía de felicidad y celebración alegre de la Vida.
Vive lo que sientes, y respira esa emoción. ¿Es dolor? ¿Es tristeza? ¿Deseo tal vez? ¿Aversión? ¿Odio? ¿O todo a la vez? Contempla cómo mientras dejas que las emociones hagan su trabajo en tu cuerpo éste cambia, sintiéndose aliviado de dejar el esfuerzo por contenerlas dentro de los límites de los músculos y los huesos, con lo que después acaban transformándose en dolor físico. Siente la emoción y déjate llevar por ella con la seguridad de que estás protegido por Dios y que no existe emoción mala ni por la que vayas a ser castigado. No tengas miedo de ti mismo, dejarse llevar por una emoción violenta no significa tener que cometer actos violentos. Eso depende sólo de tu decisión personal y es un trabajo a tu responsabilidad. Déjate llevar por la emoción, simplemente, por tu propia cuenta, sin que nadie te interrumpa ni necesites la intervención de nadie. Esto sirve para conectarte con tu auténtica esencia, por el momento del camino en el que estás. Visualiza tus pies conectando con la Tierra con cada espiración, y con cada inspiración tu cabeza conectando con el Cielo. Así, en tu cuerpo ambos planos se integran y equilibran.
Ahora piensa en el ser amado, aquel a partir de cuya relación has acabado padeciendo ‘mal de amores’. Dile repetidas veces con intención de mostrar respeto y aceptación: “Reconozco la parte de Dios que tú representas”. Si eres capaz de hacerlo, mentalmente visualiza cómo te inclinas ante él, en señal de respeto y aceptación. Y ahora respira hasta acceder al plano del amor: siente todo el amor que has sentido por esa persona, siente el amor que todavía le darías si pudieras, siente que no existen peticiones ni reproches. Sólo un estado de amor compartido, en el que el alma de esa persona está en el mismo estado amoroso que la tuya. Siente la alegría de esta unión, la paz, la calma, la serenidad… surgiendo de forma natural. Siente cómo entre vosotros las sonrisas y los abrazos se producen naturalmente, en ausencia de conflictos, y que eso es lo que ambas almas estaban deseando.
Ahora visualiza tu corazón como un espacio similar a un útero lleno de luz verde. Acoge la energía del alma de tu amado o amada dentro de este espacio, y siente cómo se transforma en un bebé acogido en ese espacio dentro de ti. Visualiza cómo, desde tu corazón, envías todo el amor y el cariño que a ese bebé le falta para estar tranquilo y crecer. Respira hondo… y siente que el bebé acaba de concretarse, de coger forma, alimentado por la energía de tu amor incondicional. Arrúllalo, háblale… él es el alma del ser amado. Ahora ya es tuyo. Está en tu corazón, protegido por tu amor. Ya no tiene sentido sentirse solo o rechazado, porque el amado o la amada, en tu corazón, te pertenecen y ya son parte de ti. Has logrado la unión de ambas almas. Pídele al ego ahora que contemple la escena, siente su alegría y su sorpresa, y pídele que te ayude a cambiar tus parámetros mentales para empezar a amar de esta manera de cada vez más frecuentemente.
Después de esta meditación o visualización es muy probable que el dolor del pecho y la garganta hayan desaparecido, porque se le ha permitido al alma seguir su impulso natural de amar sin que el ego se haya visto amenazado o vulnerado. Es buena idea acunar al bebé de nuestro amado o amada en nuestro corazón cada vez que nos sintamos doloridos o solos, y tener presente en nuestra vida diaria que ahora llevamos al alma de otra persona en nuestro corazón, y eso nos hace asumir responsabilidad sobre nosotros mismos. Por supuesto, se pueden llevar tantas personas en el corazón como se deseen. No existe otro espacio más infinito! Pero sobretodo es conveniente dedicarles el tiempo de atención consciente que se merecen. Este tal vez sea uno de los mayores actos de amor posibles hacia otro ser amado. Simplemente llevar al otro en el corazón y amarle incondicionalmente. Es una forma sencilla y muy poderosa de sanación personal que tambien beneficia a los que están a tu alrededor.
El siguiente paso en la meditación es visualizarse a uno mismo como el bebé en el corazón amoroso del ser amado. Esto puede suponer una dificultad aún mayor para el ego, sobretodo si se ha sufrido un rechazo por parte de la otra persona, ya que éste no entiende que puedan existir ambas realidades a la vez y siempre busca razonar a través de la lógica aristotélica. Pero con perseverancia y fe se consigue, y entonces el ciclo sanador con esa otra alma se concreta, madura y se vuelve a un estado mental, emocional y físico abierto a nuevas posibilidades, más exitosas tal vez, de contacto con almas afines u otras relaciones kármicas necesarias para el crecimiento personal. Esta meditación tambien ayuda en los procesos del perdón y de dejar atrás el pasado – entendido como dejar atrás formas de actuar y pensar ya obsoletas hacia otras más evolucionadas – porque solucionan el conflicto desde el plano en que éste no existe siquiera: el plano de las almas. El plano donde la ciencia es el amor y el orden de todas las cosas está regido por éste. Sin límites. Todo es posible con la ayuda del amor y desde el plano del amor. Todo.
Mis mejores deseos. Que la Luz, el Orden, el Amor y la Verdad te guíen y te acojan en su corazón. Yo tambien, amorosamente, te acojo en el mío.
Existe una meditación para ayudar a conseguir eso. Y tambien para obtener una mayor perspectiva de la naturaleza intrínseca del amor en todas las cosas, personas y materia.
Primero de todo cierra los ojos y visualiza a tu ego enfrente de ti. Es el conjunto de todas tus experiencias, vividas en carne propia y vividas por tus padres, tu sistema familiar, tu país, la humanidad entera. Habla con él y dile que sabes lo que haces, que no necesitas ahora mismo de la ayuda de los prejuicios que él ha almacenado con la intención de ayudarte a sobrevivir. Pídele que te conceda el tiempo necesario para realizar la meditación sin juicios ni observaciones ‘racionales’. Pídele que por ese tiempo sólo observe, como un compañero silencioso junto a tu hombro. Respira tu petición muy profundamente, hasta que sientas que el ego se relaja y se pone a tu disposición, confiando en lo que tu dispongas.
Ahora, con los ojos aún cerrados, simplemente dedícate a ver lo que sientes. A sentirte. No seas como un cazador de mariposas: no ‘pinches’ las emociones con los alfileres del pensamiento racional para clasificarlas del modo que tú creas más conveniente para engañarte a ti mismo. Simplemente déjate sentir, sin juzgarte, contempla la emoción y deja que haga su trabajo y te cambie tu metabolismo. No intentes explicarte nada, justificarte nada. Las emociones son el vehículo hacia una mayor vibración, y no necesitan pasar a través del filtro de explicaciones racionales. Siente tu cuerpo, dónde duele, dónde se siente inquieto, y visualiza un rayo de sol entrando por tu coronilla como si fueras transparente y concentrando el calor y el bienestar en esa zona dañada de tu cuerpo. Respira muy hondamente mientras visualizas la luz blanca y sanadora penetrando en todo tu cuerpo y llenando todas tus células con amor y energía de felicidad y celebración alegre de la Vida.
Vive lo que sientes, y respira esa emoción. ¿Es dolor? ¿Es tristeza? ¿Deseo tal vez? ¿Aversión? ¿Odio? ¿O todo a la vez? Contempla cómo mientras dejas que las emociones hagan su trabajo en tu cuerpo éste cambia, sintiéndose aliviado de dejar el esfuerzo por contenerlas dentro de los límites de los músculos y los huesos, con lo que después acaban transformándose en dolor físico. Siente la emoción y déjate llevar por ella con la seguridad de que estás protegido por Dios y que no existe emoción mala ni por la que vayas a ser castigado. No tengas miedo de ti mismo, dejarse llevar por una emoción violenta no significa tener que cometer actos violentos. Eso depende sólo de tu decisión personal y es un trabajo a tu responsabilidad. Déjate llevar por la emoción, simplemente, por tu propia cuenta, sin que nadie te interrumpa ni necesites la intervención de nadie. Esto sirve para conectarte con tu auténtica esencia, por el momento del camino en el que estás. Visualiza tus pies conectando con la Tierra con cada espiración, y con cada inspiración tu cabeza conectando con el Cielo. Así, en tu cuerpo ambos planos se integran y equilibran.
Ahora piensa en el ser amado, aquel a partir de cuya relación has acabado padeciendo ‘mal de amores’. Dile repetidas veces con intención de mostrar respeto y aceptación: “Reconozco la parte de Dios que tú representas”. Si eres capaz de hacerlo, mentalmente visualiza cómo te inclinas ante él, en señal de respeto y aceptación. Y ahora respira hasta acceder al plano del amor: siente todo el amor que has sentido por esa persona, siente el amor que todavía le darías si pudieras, siente que no existen peticiones ni reproches. Sólo un estado de amor compartido, en el que el alma de esa persona está en el mismo estado amoroso que la tuya. Siente la alegría de esta unión, la paz, la calma, la serenidad… surgiendo de forma natural. Siente cómo entre vosotros las sonrisas y los abrazos se producen naturalmente, en ausencia de conflictos, y que eso es lo que ambas almas estaban deseando.
Ahora visualiza tu corazón como un espacio similar a un útero lleno de luz verde. Acoge la energía del alma de tu amado o amada dentro de este espacio, y siente cómo se transforma en un bebé acogido en ese espacio dentro de ti. Visualiza cómo, desde tu corazón, envías todo el amor y el cariño que a ese bebé le falta para estar tranquilo y crecer. Respira hondo… y siente que el bebé acaba de concretarse, de coger forma, alimentado por la energía de tu amor incondicional. Arrúllalo, háblale… él es el alma del ser amado. Ahora ya es tuyo. Está en tu corazón, protegido por tu amor. Ya no tiene sentido sentirse solo o rechazado, porque el amado o la amada, en tu corazón, te pertenecen y ya son parte de ti. Has logrado la unión de ambas almas. Pídele al ego ahora que contemple la escena, siente su alegría y su sorpresa, y pídele que te ayude a cambiar tus parámetros mentales para empezar a amar de esta manera de cada vez más frecuentemente.
Después de esta meditación o visualización es muy probable que el dolor del pecho y la garganta hayan desaparecido, porque se le ha permitido al alma seguir su impulso natural de amar sin que el ego se haya visto amenazado o vulnerado. Es buena idea acunar al bebé de nuestro amado o amada en nuestro corazón cada vez que nos sintamos doloridos o solos, y tener presente en nuestra vida diaria que ahora llevamos al alma de otra persona en nuestro corazón, y eso nos hace asumir responsabilidad sobre nosotros mismos. Por supuesto, se pueden llevar tantas personas en el corazón como se deseen. No existe otro espacio más infinito! Pero sobretodo es conveniente dedicarles el tiempo de atención consciente que se merecen. Este tal vez sea uno de los mayores actos de amor posibles hacia otro ser amado. Simplemente llevar al otro en el corazón y amarle incondicionalmente. Es una forma sencilla y muy poderosa de sanación personal que tambien beneficia a los que están a tu alrededor.
El siguiente paso en la meditación es visualizarse a uno mismo como el bebé en el corazón amoroso del ser amado. Esto puede suponer una dificultad aún mayor para el ego, sobretodo si se ha sufrido un rechazo por parte de la otra persona, ya que éste no entiende que puedan existir ambas realidades a la vez y siempre busca razonar a través de la lógica aristotélica. Pero con perseverancia y fe se consigue, y entonces el ciclo sanador con esa otra alma se concreta, madura y se vuelve a un estado mental, emocional y físico abierto a nuevas posibilidades, más exitosas tal vez, de contacto con almas afines u otras relaciones kármicas necesarias para el crecimiento personal. Esta meditación tambien ayuda en los procesos del perdón y de dejar atrás el pasado – entendido como dejar atrás formas de actuar y pensar ya obsoletas hacia otras más evolucionadas – porque solucionan el conflicto desde el plano en que éste no existe siquiera: el plano de las almas. El plano donde la ciencia es el amor y el orden de todas las cosas está regido por éste. Sin límites. Todo es posible con la ayuda del amor y desde el plano del amor. Todo.
Mis mejores deseos. Que la Luz, el Orden, el Amor y la Verdad te guíen y te acojan en su corazón. Yo tambien, amorosamente, te acojo en el mío.
2 comentarios:
Gracias. El amor verdadero es luz, gracias por recordármelo.
La verdad Agus cada dia me sorprende ms tus palabras me llena de esperanza y sabiduria plena,
El dia que te conoci para mi marco mucho.
Gracias tus palabras son maravillosas
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